Día Mundial de la Bicicleta

La rebeldía de la bicicleta

Redacción: Educación y Ciudadanía A.C.

La sensación de total libertad desde una bicicleta no es solo experiencia corporal. En más de 200 años, continua como recurso accesible para momentos donde comunidades humanas buscan escapar de la aniquilación. Por eso, muchos pueblos la tienen como el símbolo que honra la creatividad humana y la terca voluntad de vivir para seguir adelante.

     En los movimientos reivindicatorios de los derechos humanos, las bicicletas son protagonistas.

     Su éxito como emblema de los derechos humanos reside en la proeza de permitir un viaje con lo necesario, que no es lo mismo a un viaje con lo indispensable. Su delicadeza para romper el viento, el sutil desplazamiento y su costo accesible, la convierten en compañera de reivindicaciones para el derecho al trabajo ─desde la tradición en la distribución de pan, hasta su incorporación en aplicaciones móviles para entrega de comida─. Simboliza también, el derecho a la comunicación; al cuidado responsable del medio ambiente; a la recreación, tiempo libre, de calidad con sus colores que embellecen los parques y las calles. Con todo lo que detona la bicicleta, esta tiene presencia relevante dentro del grupo de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Las bicicletas son genuinas mensajeras del derecho a la movilidad y de la máxima como los seres humanos: la libertad y el buen vivir. Incluso, muchas historias de empoderamiento de las infancias se marcan con el triunfo de zafar una ruedita al triciclo.

     Desde 2010, infancias y juventudes de la capital potosina ejercen sus derechos humanos a la recreación en espacios comunitarios seguros y; a la circulación en vía pública con vehículos de acceso económico, en las rodadas nocturnas de los jueves, con la experiencia de Vida Sobre Ruedas. Misma que invita a las personas jóvenes a moverse en las calles con transportes accesibles.

     Sin lugar para la exageración, la historia de la bicicleta contiene ejemplos de libertad colectiva e individual.

    Muchos pueblos europeos del siglo XIX a punto de extinguirse por las hambrunas, empobrecidos como para comprar coches de motor, obligados a comerse sus transportes animales, se fugaron en bicicleta para construir pilares que sostuvieran su legítimo derecho a morir con dignidad. Las feministas, desde las sufragistas en el siglo XVIII hasta las movilizaciones del 24A en 2017, reclaman su vida libre de violencia e invitan, desde sus bicicletas, a la libertad para todas.

     En bicicleta se ha pugnado y reivindicado el derecho a la movilidad, es decir:

Circular utilizando medios de transportes diversos, accesibles a todas las personas, adecuados a sus necesidades sociales (de género, edad y discapacidad), desplazamiento y de cuidado al medio ambiente, bajo condiciones seguras.

     Este derecho no refiere a una pelea entre automovilistas y ciclistas, o a la erradicación de coches, sino, la urgencia por preservar la creatividad humana y abrir espacios donde estén todas y todos. Discutir la movilidad no es solo mirar a automovilistas y ciclistas, es identificar las condiciones de seguridad que tienen las personas para desplazarse, el derecho de circulación para todas las personas ─que viven con discapacidades como la visual o la motriz─.

     El derecho a la movilidad se centra en resolver problemas que las personas y sus vehículos enfrentan al circular en el espacio público. Así como los automovilistas padecen el tráfico, ciclistas circulan en nulas condiciones de vialidad. Tanto que en 2015 San Luis Potosí registró 9 decesos y 98 personas ciclistas accidentadas por autos. La molestia de utilizar un transporte público ineficiente y cada vez más caro muestra la ausencia de discusión ciudadana para asegurar el derecho a la movilidad.

     Las quejas por la presencia de bicicletas en las calles; la urgencia que tienen personas por comprar un coche porque creen que es “necesidad” y resolverá su llegada segura y a tiempo; los medios de comunicación replicando mensajes de rechazo u odio a grupos que usan la bicicleta, señalan la ausencia de elementos básicos en los gobiernos para entender y respetar el derecho a la movilidad.

     Cuando la ciudadanía se queja por la presencia de bicicletas se aleja de la posibilidad de ejercer sus derechos de circulación en vía pública.

     Las personas potosinas en sus bicicletas difunden el derecho a la movilidad en una ciudad que invierte para los coches. Los timbres de bicicletas reiteran que la calle es para todas las personas. Los grupos ciclistas comprueban que las calles resultarán seguras si se genera cuidado comunitario. La presencia de bicis permite que automovilistas sepan que son un vehículo más en las calles. Las avenidas con ciclistas fomentan actitudes de respeto para quienes no se mueven en automotores. La defensa del derecho a la movilidad se construye renunciando a la idea de los coches como referentes universales de vehículos.

     A más de 200 años, la bicicleta tiene mucho por detonar para la construcción de comunidades seguras, respetuosas, no solo entre la humanidad, también para erradicar el peligro de extinción de la vida en ciudades de concreto. No es casualidad que las ciudades alcancen el desarrollo acompañadas de bicicletas, pues este sigiloso transporte es el vehículo de la libertad, la clave de poder para recordar que «la esencia de la creatividad es construir sin sufrir» (Oscar Montiel) o bajo el menor daño posible.

     Apoyamos el uso de esta histórica herramienta para construir utopías donde sea posible un mundo mejor.

En memoria de Godi y de las personas que compartieron la vida desde sus bicicletas.